Seguros de dependencia
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Recientemente se emitió un programa donde se desgranaba con entrevistas a los perjudicados, cómo la crisis se ha llevado por delante uno de los avances sociales más importantes de nuestra democracia: la ley de dependencia.
Esta ley nos permitió dar un paso de gigante desde el punto de vista social, ya que, ayudaba a uno de los sectores más desfavorecidos y olvidados de nuestra sociedad. Por ello, este avance parecía acercarnos un poco más a los sólidos estados de bienestar de algunos de nuestros socios europeos, como pueden ser Alemania, Francia o los países nórdicos.
No obstante, una deficiente definición de la financiación de esta ley, haciendo que se dependiese directamente de los Presupuestos Generales del Estado (en vez de la Seguridad Social, como la mayoría de las prestaciones sociales), ha conllevado que esta prestación esté afectada por los recortes realizados durante la crisis actual. En otras palabras, se ha condicionado el avance social a los ciclos económicos.
El sistema más sólido de dependencia, sin lugar a dudas, es el alemán. Éste, denominado seguro obligatorio de dependencia, es pagado por el trabajador y el empresario, y se considera una extensión del seguro de enfermedad obligatorio.
Además, la característica que lo hace más sostenible, es que tiene una contribución específica para esta causa, principal diferencia con el modelo francés. No obstante, aunque no está gestionado por la Seguridad Social, tiene un órgano específico (las Cajas de Enfermedad) que se ocupan de su correcto funcionamiento.
El primer país del mundo en comercializar seguros de dependencia fue Estados Unidos, en el año 1974. Consecuentemente con la política desarrollada por el país norteamericano a lo largo del siglo XX, este seguro es principalmente privado con una amplia gama de productos.
Sin embargo, debemos destacar que el sistema público de cobertura de la dependencia estadounidense, en contra de lo que la opinión pública europea, y particularmente española, pueda pensar, es universal. Las dos instituciones que los gestionan cubren todo tipo de rentas, principalmente las muy bajas, recurriendo el resto al sector privado.
En los últimos años, esta modalidad de seguro se ha incrementado exponencialmente en nuestro país. La ausencia de protección por parte del Estado ha movido a gran parte de la población hacia el sector privado, demanda captado por el mundo asegurador de forma rápida.
Este éxito reciente, y futuro, de este producto, ha levantado suspicacias con respecto a la actuación del Estado en esta materia. A simple vista puede parecer un trato de favor con las aseguradoras, y es comprensible pensar así. Sin embargo, parece tener mucho más que ver con el déficit público.
Para la estabilidad e igualdad del sistema de dependencia, no puede ser únicamente privada, debiendo tener una participación tanto pública como privada, para poder llegar a todos los sectores de la sociedad. Pero la teoría se da de bruces con la realidad.
Por ello, mejor asegurarte tu futuro bienestar y de los que te rodean, a esperar que los de arriba empiecen a mirar para abajo, ¿no crees?