Presupuestar el seguro, una forma de ahorrar
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“No me vuelvas a citar la crisis porque ya lo sé… tonto no soy y tengo ojos en la cara”. Esta frase ficticia es difícil que haya salido de nuestros labios, al menos con esa virulencia que percibimos; tampoco me la imagino pronunciada por nuestros amigos y conocidos. Decirla o escucharla seguro que no.
¿Pero pensarla? ¡Uy… tú, yo, ese, el otro y el de más allá! estamos de la crisis hasta… arriba: porque la sufrimos, porque nos la cuentan, porque parece que no hay otro tema. Porque más que problemas queremos soluciones. Una forma de vislumbrar una salida es reducir gastos. Cuando nos apretamos el cinturón el efecto inmediato es que ahorramos, una sensación maravillosa para quienes llevan tiempo sin intentarlo. Si ajustamos nuestros hábitos de consumo de todo tipo –ocio, alimentación, transporte…– por qué no plantearnos lo mismo con los seguros. Porque pensamos que las tarifas son las tarifas y no hay nada que hacer.
Es un gran error pensar así de los seguros porque se trata de uno de los sectores con mayor capacidad de flexibilidad. Cuantos menos siniestros tenga un cliente más posibilidades hay de que a la compañía le salgan los números reduciendo la prima. Si todo va bien, lo más probable es que nos rebajen el precio: la acumulación de “no incidentes” suma a favor del asegurado. Obviamente no todas la aseguradoras piensan igual o, sencillamente, su estrategia comercial les impide negociar el precio.
El caso es que ahora que nos acercamos al final del año le damos mil vueltas a los ahorrillos y comprobamos que, por ejemplo el seguro de coche nos pega un buen mordisco al presupuesto. ¿Qué hacer? Plantearnos cambiar. Nos hemos preguntado muchas veces si nos conviene cambiarlo y contratar uno más barato. Por lo menos piénsatelo, analiza los pros y los contras. ¿Lo harás? A ver, a ver… Al repasar el seguro nos preguntaremos qué nos cubre realmente no sea que estemos pagando por coberturas innecesarias.
Analiza tu propio historial: hasta qué punto utilizarás el coche durante del próximo año… no sea que tampoco te desplaces tanto como creías. Lo importante es que no renueves el seguro automáticamente, sin pensar, por pura inercia o vagancia. ¡Ojo, porque nos pasa a todos! Sin embargo, cuando vencemos la pereza de revisar condiciones, comparar con varias opciones, no sólo un par, descubrimos verdaderos filones de ahorro y la crisis entonces es “menos crisis”.
Te imagino ya diciendo: “¡Bendita crisis, cuánto he aprendido!”. Bueno, vale, me he pasado con la dosis de optimismo… pero más vale eso que ir de cenizo por la vida. ¿Sabías que los seguros más caros se han diseñado para los pesimistas? Yo tampoco lo sabía hasta ahora… ¡lecciones de la crisis, ya ves!