Inundaciones: la mayor, la famosa y la mínima
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Los médicos que nos dedicamos a la Medicina de Seguros, estamos acostumbrados a estudiar y valorar los daños físicos y psíquicos producidos en las personas por las inundaciones, como en el caso de conductores y ocupantes de vehículos que son arrastrados por lluvias torrenciales, y afortunadamente sobreviven para contarlo. De las inundaciones que conozco, quiero contarles las tres que más me han llamado la atención: la más grande, la más famosa, y la más pequeña.
La mayor inundación: si estuviéramos en una playa del Mediterráneo (afortunados aquellos que sí lo estén), y pudiéramos retrasar el reloj unos 5,3 millones de años, podríamos observar una hecho sorprendente: el mar ha desaparecido y en su lugar existe un inmenso y profundo desierto que finaliza en el estrecho de Gibraltar. Pasado el estrecho, se encuentra en océano Atlántico. Por un suceso geológico que se desconoce, se abrió una gran brecha de varios kilómetros de ancho a la altura del estrecho de Gibraltar, por la que entró una gigantesca vía de agua que se transformó en tan sólo 2 años en el mar Mediterráneo que hoy conocemos. Es la mayor inundación que se conoce, pero el Homo Sapiens aún no habitaba la Tierra, por lo que no se habían inventado los seguros.
La más famosa: lo ha adivinado, es el Diluvio Universal. Al parecer pudo existir una gran inundación en la Antigüedad (hace más de 6.000 años), y que ya fue recogida por la civilización sumeria. Hay teorías para todos los gustos: un inmenso trozo de hielo que se desprendió en el Atlántico Norte y provocó una subida de hasta 1,4 metros en el Mediterráneo; la entrada de agua del Mediterráneo en el Mar Negro (que por entonces se encontraba separado por un dique natural del Mediterráneo, y era un lago de agua dulce); diversos terremotos que provocaron tsunamis, o un meteorito que explotó sobre la capa de hielo que cubría Norteamérica, derritiéndola y provocando tsunamis de gran envergadura en diversas partes del mundo. Cuando ocurrió el Diluvio, aún faltaban unos 2.000 años para que aparecieran los primeros Seguros.
La mínima: la “inundación” más pequeña que conozco me la contó el reparador de una compañía de seguros. También ocurrió a la orilla del Mediterráneo y en verano, pero esta vez en un bloque de viviendas de varias alturas. El propietario de uno de los bajos comenzó a observar de vez en cuado la presencia de una pequeña gota de agua en el suelo del pasillo. Miró al techo y no vio nada anormal. En Septiembre, la gota desapareció. Al verano siguiente la gota volvió a aparecer (y al siguiente), por lo que avisó a su Compañía de Seguros. Cuando acudió el técnico del Seguro no había gota, aunque sí observó su huella en el suelo, y un pequeño cambio en el tono de la pintura en el techo, por lo que hizo una pequeña cata que confirmó que una tubería de agua discurría por el lugar, pero estaba intacta y seca. Tras realizar nuevas catas en los tabiques de los pisos superiores, encontró por fin un diminuto poro en la tubería del tercer piso. Cuando los propietarios de esta vivienda abrían el grifo, una gota se formaba en el poro, resbalando lentamente por la cañería camino de la planta baja, para caer sobre el techo, y aunque el calor del verano evaporaba casi todo el minúsculo “embalse”, en ocasiones se filtraba una pequeña gota que, a partir del mes de Septiembre cesaba, dado que los del tercero únicamente habitaba la vivienda en el mes de Agosto. Todos los vecinos quedaron impresionados del excelente y tenaz profesional que envió la Compañía de Seguros. Como ven Mar y Seguros han estado muy relacionados, y si no que se lo digan a los verdaderos Piratas del Caribe, que también contrataban un seguro de vida (y de los buenos). Se lo cuento en otro post.