Amaxofobia (Miedo a conducir)
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María viajaba en un turismo junto a otras tres compañeras de trabajo. Se dirigían a un restaurante en las afueras de la ciudad para celebrar el cumpleaños de Toñi, otra colega del trabajo. María tenía carné, pero no le gustaba conducir. La fiesta fue estupenda, y muy animada, por lo que todas menos María, tomaron alguna copa de más. Cuando terminó todo, se había echado la noche encima, y al salir estaba lloviendo y tronando a lo lejos. Las amigas le pidieron a María que condujera, y ésta visiblemente nerviosa, les dijo que no podía, que no se encontraba bien para conducir. Las amigas insistieron, pero María les dijo que era totalmente imposible, que tenía pánico a conducir en esas circunstancias. Dejaron el coche en el aparcamiento del restaurante, y llamaron a un taxi. Sus amigas no entendieron el comportamiento de María, y no le dirigieron la palabra durante el trayecto a la ciudad.
La amaxofobia significa miedo a conducir (del griego, «amaxo», que significa carruaje, y «fobia miedo»), y la padece aproximadamente 1 de cada 3 personas. Afecta principalmente a las mujeres, especialmente cuando es de noche, y existen condiciones meteorológicas adversas.
Por lo general, es difícil para una persona que sufren amaxofobia, explicar sus sentimientos con respecto a la conducción, y cuando lo hacen, suelen ser incomprendidas, especialmente cuando la fobia a conducir llega a ser paralizante, situación que se da en un pequeño porcentaje de casos. En Medicina, la amaxofobia quedaría incluida en los Trastornos de ansiedad, como una fobia específica de tipo situacional, es decir, se desencadenaría ante situaciones concretas, como a usar el ascensor, los transportes públicos, aviones, etc.
La amaxofobia puede aparecer desde el primer momento en el que se tiene contacto con la conducción, o bien tras sufrir un suceso traumático durante la conducción, como puede ser un accidente de tráfico, por lo general grave, en el que la vida de la persona sufre un peligro cierto. En este último caso, la amaxofobia estaría incluida en lo que se denomina estrés postraumático.
En el primer caso (fobia a conducir desde el primer momento), si la fobia genera mucho estrés, puede beneficiarse de tratamiento psicológico (especialmente si se tiene necesidad de conducir). En el segundo caso (fobia a conducir tras un accidente), por lo general desaparecerá sin tratamiento en unas semanas. Si la fobia persiste transcurrido este tiempo, o bien es altamente invalidante para la conducción, puede mejorar con tratamiento farmacológico.
En mi experiencia profesional, afortunadamente, el que quede una secuela de amaxofobia tras un accidente de tráfico, es muy rara.